Fidel Osorio.

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Por Amaxy Moreno. Fotos Roberto Valbuena Graphic | Lugar Sophia Venue.

Conocido en el mundo artístico como el "Sinatra boricua" por su potente voz y profunda sensibilidad, Fidel Osorio es mucho más que un cantante. Detrás de su faceta musical, se esconde un abogado de inmigración y un oficial del Ejército de los Estados Unidos. Estas tres identidades se entrelazan con un propósito común: servir con pasión, fe y entrega.

Osorio cree firmemente en la responsabilidad de compartir sus talentos. "Dios me dio muchos talentos y si no los comparto con el mundo, estaría siendo un mal agradecido", afirma. Su trabajo como abogado de inmigración tiene raíces profundas en su historia personal: "Mis padres son inmigrantes. Aunque nací en Puerto Rico, llevo esa historia muy cerca del corazón". Ya sea defendiendo un caso en la corte o interpretando una canción en el escenario, Fidel entrega lo mejor de sí mismo en cada rol. "Ambas profesiones me llenan el alma", asegura.

Para Fidel, el amor es la fuerza motriz de su vida y su arte. "El amor en todas sus formas: hacia los padres, los hijos, hacia una mujer... Eso es lo que más me inspira. Canalizo todos esos sentimientos a través de mi voz". Su música es un acto de resistencia en un panorama donde lo efímero a menudo prevalece. "Mi música es la rebelión contra el ruido", declara. Osorio anhela regresar a una era donde las canciones se dedicaban con respeto y belleza, con letras que elevan el espíritu. Él se considera un revolucionario musical que apuesta por la profundidad emocional. "Yo no quiero llenar estadios, quiero tocar corazones", expresa, destacando su compromiso con la conexión genuina.

La paternidad ha amplificado su sensibilidad. Su hija, a quien describe como la luz de sus ojos, ha heredado su amor por la música e incluso canta con él, creando un vínculo eterno. La pregunta de si su hija se sentiría orgullosa de él siempre está presente cuando sube al escenario.

Fidel Osorio no solo posee técnica vocal, sino que canta con el alma, influenciado por grandes como Charles Aznavour, Frank Sinatra, Tony Bennett y José José. De ellos aprendió que la interpretación exige sumergirse en la emoción del compositor. En un mundo vertiginoso, su mensaje es un llamado a la pausa y la gratitud: "Demos gracias por lo que tenemos. Escuchemos el sonido de los pájaros, una letra bien escrita, una melodía honesta. Volvamos a lo que realmente importa".